El País publica una curiosa noticia científica: el lugar más alejado del centro de la tierra no es el Everest, como en principio podríamos pensar, sino el volcán Chimborazo, en la República del Eucador.
Con sus 6.268 metros de altura, el Chimborazo se encuentra a 6.384 metros del centro terrestre, dos mil metros por encima del Everest, la cima más alta del planeta. Al volcán ecuatoriano le sigue muy de cerca, en segunda posición, el peruano Nevado Huascarán. Este nuevo récord tiene una explicación: la tierra es achatada en los polos y más ancha en la línea ecuatorial.
Los cálculos obtenidos por los gps de alta precisión han permitido reconfigurar el podium de los más alejados y «poner en su sitio» a picos tan emblemáticos como al mítico Mont Blanc, que ha ganado casi 4 metros de altura, y al Everest, que ha encogido 1,6 metros.
A la vista de esta información, alguien podría preguntase ¿para que sirven en su cotidianidad revelaciones como ésta?. Tal vez no sirvan para nada. Pero yo me pregunto: ¿qué habría sido de la humanidad sin ese hermoso impulso vital que suele acompañar con más intensidad en la juventud y que tiende a ausentarse con el paso de los años? ¿qué sería de nosotros sin la curiosidad? ese «deseo de pasar por la existencia asombrándonos con la gloria y obviando la pena».