▲ 200m. ▼ 150m.
<> 14.5km.
LA ACTIVIDAD
La huella humana más destacable de este entorno se remonta 2.500 años en la historia con la presencia de un asentamiento celtíbero arévaco, como lo demuestran las excavaciones de Tiermes y de la necrópolis de Carratiermes. Además de su situación estratégica, de la existencia de agua en las proximidades y de una vega de cultivo, aquellas poblaciones indígenas tal vez eligieron la peña de roja arenisca del Triásico por la facilidad de construir sus viviendas trogloditas horadando la roca blanda con sus punzones y piquetas. Después, con la romanización y los más avanzados conocimientos de ingeniería, la ciudad experimentó un notable desarrollo.
Pero si Tiermes es destacable es por su hermandad con Numancia y la resistencia que ambas ofrecieron al invasor romano. El cónsul Pompeyo en su campaña del año 141 a. C. tras su amargo fracaso en la conquista de Numancia, buscando restaurar su prestigio, se dirigió a Termancia. Los resultados no pudieron ser más desastrosos. Su ejército se vio diezmado por las menos numerosas pero más aguerridas huestes arévacas. Pompeyo huyó humillado al Levante con los soldados que le quedaban.
Así, en la vertiente norte de la sierra de Pela, al sur del Duero, dando paso al Ebro, el Jalón y el Henares, en uno de los pasos naturales que penetran en la meseta, se encuentran los restos de una ciudad donde aún resuenan los ecos de su pasado glorioso.
Con estos preliminares, nos dispondremos a disfrutar del hermoso paisaje caminando sobre la descarnada lastra de roja arenisca y conglomerados sedimentarios. Así, nos dirigiremos a Pedro, veremos su antiguo molino, la iglesia hispano-visigótica, un almendro milenario, la surgencia del río y el despoblado de Sotillo de Caracena. Después, tras contemplar los acantilados del cañón de Montejo, tomaremos una antigua calzada romana y nos adentraremos en el conjunto arqueológico de Tiermes, identificando sus restos y etapas más destacables. Aún nos quedará una joya: la iglesia románica de Sta. María de Tiermes.
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