En los últimos tiempos empieza a ser habitual que tengamos problemas para acceder a parajes naturales que cada vez más se han ido popularizando, encontrándonos ya en la zona de inicio de la excursión con coches mal aparcados en los arcenes y cunetas, invadiendo poco o mucho parte de la calzada. En estas situaciones se monta la de San Quintín, ya que los atascos que se forman son monumentales. Por aquello de que los humanos vemos las cosas como nos interesa, si has llegado allí en coche y lo has dejado mal aparcado la culpa del tapón la tiene el o los autocares que por su gran tamaño no deberían de acceder a su destino al ser carreteras muy estrechas, y menos en momentos de tanta afluencia de personas, etc.
En mi opinión, las autoridades locales tienen un cierto grado de responsabilidad al respecto, ya que previendo que se pueden dar situaciones de este tipo, deberían de tomar medidas al respecto que permitieran poner un cierto orden, evitando así situaciones tensas que crean enfrentamientos y posibles accidentes. Desde el punto de vista de la legitimidad, un autocar puede acceder por estas carreteras siempre que no haya una norma o una señal de limitación que lo impida, y eso no es cuestionable. Lo que no es desde luego lícito, por no decir que es muy desconsiderado hacia el prójimo, es que cada cual deje su vehículo donde y como quiera, invadiendo parte de la calzada y, en el colmo de la sinrazón y el absurdo, señale a otros como responsables de la situación; esos otros que tienen todo el derecho del mundo a acceder allí.
Es para alegrarse que cada vez más personas gusten de disfrutar de la naturaleza, de su belleza y sus beneficios, pero seguramente también hay que plantearse algunas cuestiones al respecto, como el fenómeno de la masificación que paradójicamente se aleja de la esencia misma de objeto deseado: las sensaciones de paz que aporta la naturaleza. Es una contradicción que contribuyamos a destruir y matar su belleza y su encanto. Es verdad que queremos ir cada vez más personas y en ocasiones en momentos muy concretos, como es el período otoñal, que tenemos que trasladarnos a estos parajes naturales utilizando algún medio de transporte acorde a nuestro estilo de vida; es decir, que necesitamos vehículos a motor para poder desplazarnos un día, un fin de semana, un puente o unas vacaciones a lugares que de otra manera tardaríamos varias jornadas, meses o años en llegar, pero seguramente hay un término medio, un punto moderado y sostenible que aporte una solución a este problema.
La solución al problema está en las normas básicas de convivencia, en la concienciación y en la educación. No harían falta tantas normas si supiéramos ponernos en el lugar de los demás, analizando las cosas con más profundidad y objetividad, sacrificando si fuera necesario algunos de nuestros intereses particulares en favor de los intereses colectivos.
En cualquier caso, si te consideras un senderista convencido, un amante de la naturaleza, un romántico montañero, un espectador de paisajes hermosos o una persona preocupada por el cambio climático, habrás de saber que según un informe de Ecologistas en Acción, un bus contamina 10 veces menos por persona y kilómetro que un turismo en plena ocupación. Hasta 50 veces menos si está ocupado por una sola persona. Esto considerando parámetros muy favorables a los turismos en cuanto a velocidad y consumo, tomando además como referencia turismos eficientes de gama media y excluyendo los 4×4 que elevan las cifras muy por encima. Hay que considerar que los autocares de servicio discrecional no superan los 100 km/h, lo que contribuye a lograr estas bajas emisiones, además de ofrecer más seguridad. Por supuesto, son vehículos conducidos por profesionales de demostrada pericia que cumplen las exigentes normas de descanso.
Por si fuera poco, los autocares dejan a los grupos en un punto y los recogen en otro distante, limitándose a acceder a las zonas masificadas para dejar al pasaje sin permanecer aparcados allí toda la jornada. Esto permite descongestionar la zona de forma notable.
Un autocar aparcado ocupa un espacio de 13 x 3 metros pudiendo llevar una media de 50 pasajeros. El mismo número de personas repartidas en coches necesitarían 13 vehículos. Todos sabemos el tamaño de un coche, por lo que no es difícil ver la diferencia.
Para evitar estos problemas ya hace años se empezaron a utilizar buses para el acceso a lugares tan populares como Benasque, Ordesa, Covadonga, la Laguna Negra de Soria, el Tiemblo… cada vez más sitios y con resultados muy positivos.
En conclusión ¿no es más seguro, más moderno, más inteligente, contamina menos y es más coherente con la conservación de la naturaleza y el cambio climático utilizar, autobuses, autocares y otros transportes colectivos aunque tengamos que sacrificar nuestros gustos u otros intereses personales? ¿Hay que esperar a que nos lo impongan la necesidad o las normas? Seguro que tienes la respuesta.